martes, 23 de diciembre de 2008

Felices - dades

Sobre Buenos Aires caía el mediodía anunciándose con una ola de calor que aplastaba a las personas que salían a almorzar en pleno microcentro porteño.
Los aires acondicionados escupían bocanadas de aire caliente hacia el exterior de los edificios dejando poco espacio para la solicitada brisa de verano.
A esa hora la ciudad era un infierno, mucha gente salía a almorzar o a realizar todo tipo de trámites con la esperanza de que al ser la hora de la comida, no hubiera tanta cola.
La cantidad de gente era importante, sobre todo en la calle. Todos caminaban absorbidos en conversaciones y pensamientos, chistes de oficina, problemas bancarios, o planeando el after office al cual irían finalizado el día.
Escotes y piernas largas hacían que el calor se sintiera mucho mas, al menos en los hombres, “salir a esa hora era hacerse mala sangre”.

Faltaba un día para que fuera la fiesta de Navidad (2008), y por una sociedad consumidora Buenos Aires estaba sumergida en un caos de bolsas zapatos y ofertas.
Como alguna especie de cabala, la mayoría de las personas esperaban al ultimo momento para hacer las compras de regalos.
Ese día Ariel se encontraba en un conocido shopping de la capital, el shopping de las sonrisas. Junto a el estaba Eva.

- ¿Papá cuanto falta?
Ariel y Eva se encontraban haciendo la cola, para poder ver a Papá Noel. Delante de ellos había como cincuenta personas, quizás un poco más, quizás un poco menos.
- No lo se mi amor, ni siquiera se si llego Papá Noel, hace una hora que estamos parados acá.
- ¿Porque no le preguntas a la chica que esta vestida de duende?
- Con mucho gusto lo haría – Ariel sonrió por dentro mientras observaba a la joven de no mas de veinticinco años, vestida con un atuendo muy apretado e inocente, para ser un “duendecito” real. Pestaño y se dio la media Vuelta. – Em, discúlpeme Sr., ¿por casualidad Ud sabe a que hora es el evento?
- Tengo entendido que al mediodia, pero también dijeron que… - el hombre miro a Eva – Papá Noel esta un poco demorado porque tuvo problemas mecánicos con... em… el Trineo.
- Muy amable, gracias – Respondió Ariel mientras volvía a darse la vuelta. – Todavía falta una hora y si esta demorado Dios sabe cuando nos vamos a ir de acá –
- ¿Papá?
- ¿Que pasa mi amor?
- ¿Va a venir Papá Noel?
- ¿Trajiste tu cartita?
- Si acá esta – Eva dio unas palmaditas en uno de los bolsillos de su vestido.
- Entonces mas vale que venga o lo llevo preso – Ariel sonrió ante los ojos de su pequeña hija.
Eva lanzo una carcajada luego de la mirada cómplice que le dirigió Ariel - Jajaja, ¡papá, como lo vas a meter preso!, ¡es Papá Noel!
Ariel también sonrió al escuchar la risa de su hija – ¿Como que no?, sabes como lo pongo a coser billeteras al gordo detrás de los barrotes si no se aparece.
Eva volvió a sonreír
- ¿Por qué billeteras?
- No importa corazón, es un chiste.

Por suerte para Ariel no hubo mas demora que la habitual en una clase de evento de ese tipo. Pero su mal humor se vio disuelto cuando vio la excitación de su hija Eva al ver entrar caminando a Papá Noel saludando a todos los chicos presentes.
Se sentó en su silla, y con disimulo se acomodo un poco la barba que debía darle mucho calor a esa hora del, llamo a una de las “duendecitas” y luego de hablar un poco con ella, las puertas mágicas se abrieron y el primer niño paso a dejarle su cartita.
Así fueron pasando de a uno, y por mas que cada niño se tomaba un poco de tiempo a Ariel se le hizo mas llevadero saber que pronto les tocaría su turno.
Cuando llegaron a la puerta una de las amables “duendecitas” les pregunto
- ¿La nena se va a querer tomar una foto con Papá Noel?
- Gracias, trajimos nuestra propia cámara – Ariel saco su celular y se lo mostró a la chica mientras lo agitaba un poco.
- Lo siento señor, pero solo nuestro fotógrafo esta autorizado a tomar fotografías a los niños con Papá Noel –
A Ariel no le pareció hacer un escándalo delante de Eva, al menos no en ese momento, ¡lo estaban robando!, típica avivada Argentina. Ariel se trajo su personalidad y pregunto
- ¿Y cuanto cuesta la fotografía señorita?
- Quince pesos, la puede abonar cuando la retira – y dicho esto abrió la puerta para que Eva pudiera pasar.

Eva se lanzo tímida y un poco cautelosa dándole poco tiempo a Ariel para tomar una decisión acerca de la fotografía. Se paro en el medio entre Papá Noel y Ariel.
- Acércate niñita, ven, muéstrame tu cartita. – Era un poco irónico pensar que la ilusión de ver a Papá Noel radicaba mas en los adultos que en los niños, a muchos de ellos le daba miedo ver una persona embutida en un saco rojo, con toda la cara sudada a causa de la barba y el cabello que se pegaba en la frente de una forma irritante y calurosa.

Eva se dio la vuelta para verlo a su papá que estaba parado detrás de la puerta con una sonrisa en la cara que decía “¡mira Eva, es Papá Noel!”, luego volvió hacia el hombre de rojo y le pregunto. - ¿Puede venir mi Papá también?
- Jo Jo Jo – Papá Noel hizo un ademán con su mano indicándole a la chica de la puerta que dejara pasar a Ariel, no tenia todo el día, aun faltaban muchos chicos y ¡dios, empezaba a hacer mucho calor adentro de ese traje!

Luego de que Eva le explico a Papá Noel lo que quería con sumo detalle para que no le trajera algo “igual” o “parecido” como había pasado en los otros años, tomaron la foto.
Al retirarla del centro de Impresión, Ariel sonrió y se quedo unos segundos perdido en aquella imagen hasta que Eva lo sacudió del saco.
- ¡A ver, a ver, yo quiero ver también! – Ariel bajo la mirada y con una sonrisa que nacía en sus labios, observo a su hija., guardo en su memoria esa imagen de felicidad de su hija saltando entusiasmada. No todos los días se lo puede ver a Papá Noel y darle una carta en persona. Ariel Sonrió de nuevo.

- ¡Mira con la cara que Salí! – decía Ariel mientras le enseñaba la foto a Eva. – ¡Re feo!, deberían devolvernos la plata, ¿no?
- Ay Papá saliste re lindo, jajaja a mi me gusta como estas
- ¿Tenes hambre pequeña?
- Si, me muero de hambre
- ¿Qué tenes ganas de comer?
- Mm., ¿Mac Daniel?
- Bueno dale
- ¡Bieeeeeeenn!

Antes de que terminara la excursión por las tierras navideñas, Ariel paso por un bazar donde compro un portarretrato que Eva escogió. Ahí mismo lo abrieron y pusieron la foto que se habían tomado momentos antes.

Pasadas las nueve de la noche, Eva saludo a su mamá Enid y se fue a su cuarto, abriendo su cama para acostarse.
Antes de apagar la luz de su velador se quedo mirando la foto que se habían tomado con Ariel junto a Papá Noel.
Ella había salido bien, aunque estaba mirando para otro lado, nadie le aviso que cuando decir “whisky”, Papá Noel estaba sonriendo, pero por alguna razón Ella lo veía como que sufría debajo de tanta ropa. Ariel tenía cara de asustado, su sonrisa parecía a la sonrisa de alguien que ríe por nervios o vergüenza.
Eva se río y cerró los ojos.

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